viernes, 6 de noviembre de 2015

Una marcha verde, una mancha negra

"Allí estaba ella, con su hijo de 3 meses a la espalda sujetado por poco mas que un trozo de tela bien amarrado, una 'melhfa' que le prestó una señora que conoció a lomos de aquel 'Land Rover' de dos puertas, una señora que nunca había visto antes, pero que al mirarla fijamente ya lo sabia todo. Y que se podía saber a caso, sino la cruel realidad de ser un fugitivo en tu propia tierra, un blanco de los bombardeos, las violaciones, las vejaciones y torturas que muchos intuían, otros, desgraciadamente,  comprobaron.
Ese día, al ver a aquellos muchachos tan carismáticos y unidos, tan conscientes y a la vez temerosos, sin perder su sonrisa, lo supo. No podía ser malo abandonar todo lo que tenía para meterse en este camino tan incierto como peligroso, porque estaba siguiendo a aquellos muchachos.
Esa misma tarde al ponerse el sol, pararon aquel 'Land Rover' para descansar, que para cualquier saharaui pasa por tomarse sus tres vasos de té, y retomar su viaje.
Hacía mucho viento aquella noche, tanto que no se podía discernir apenas nada en el horizonte, pues el viento traía consigo esas arenas tan espesas granito a granito, esas que cuando te rozan sientes que te queman, por lo que finalmente decidieron que aquella noche no iban a proseguir su viaje hacia la nada.
Aún estaba oscuro pero ya estaban en marcha, cuando amaneció ya llevaban al menos una hora de viaje. "No podemos esperar más", decía aquel muchacho imberbe que conducía, "tenemos que llegar al punto de encuentro", proseguía.
No tardó mucho en verse otros dos coches más, que pronto serían cuatro. Allí ente abrazos y plegarias, aún siendo extraños, eran una familia. De pronto, un estruendo, un estallido, una bomba, otra bomba de fósforo blanco, hoy prohibido, caían como la lluvia.
Ese momento lo cambió todo, ella inocente, gritaba desoladamente y corría en auxilio de aquel muchacho, ese muchacho que les había transmitido serenidad aún cuando tenía miedo, coraje y valentía cuando ni siquiera sabia si sus padres estaban vivos o muertos, ese revolucionario que le cambió la vida, allí agonizante le susurró "Que hemos hecho para merecer esto, Porqué [..]". Inmóvil, no pudo pronunciar más palabras que las plegarias por el alma de aquel muchacho extraordinario, había fallecido"
Este es un relato sobre la marcha verde, que hoy cumple 40 años, una vergonzosa y oscura página en la historia de España, que cedió ilegalmente la soberanía del Sáhara Occidental, obligando a los saharauis a huir a refugiarse no sin antes ser bombardeados de camino al exilio.
Es real este relato?, quien sabe. El hecho en sí mismo es mucho peor porque el agravio es colectivo y la solución, de momento, es la indiferencia.